domingo, 24 de enero de 2016

Donde la Magia Sucede


Hace 13 años, cuando tenía 18, tuve el honor de ser baterista de una gran banda que marcó mi vida con grandes momentos en el escenario con excelentes experiencias  de rockstar que forjaron grandes amigos y “novias” de aquellas épocas.

Un jueves común y corriente, recibí una llamada en mi casa de un señor de nombre Beto Calderón, diciendo que había escuchado muy buenos comentarios de Bloody Mary (mi banda) y que le gustaría que tocáramos en un evento de motociclistas en las afueras del D.F. Nunca supe de donde sacó mi teléfono ni quién le habló de mi banda… El tipo insistió mucho en que quería que lo acompañara a ver el lugar en las afueras del D.F. para platicarme la logística y negociar el precio. Evidentemente me espante, pero tenía un buen feeling de esto (además de que el evento sonaba increíble) y así, le pedí a Dimitri, el vocalista de mi banda de aquel entonces, que me acompañara el sábado con Beto a ver el lugar.

Llegó el día y vimos a Beto en el Burger King de Interlomas. Llegó en una camioneta Lincoln blanca. Beto, como de 55 años de edad, pelo blanco largo, lentes de sol, olor a cigarro y chamarra gruesa para el frio; manejó durante una hora y cuarto mientras platicábamos de música en su camioneta y nos contaba detalles del evento. Salimos de Interlomas por la carretera de La Venta – Chamapa. Los edificios se convirtieron en carretera, la en pueblito y el pueblito en montañas para de pronto encontrarnos en medio de la nada serpenteando por un camino de un solo carril donde de vez en cuanto veíamos una cabaña o un restaurante ofreciendo conejo, barbacoa o cecina. 


Al fin llegamos al lugar: un terreno plano a un lado del camino entre arboles, muy bonito sin duda, con aíre frio y olor a pino… muy agradable a la vista, pero sin pena ni gloria. De inmediato pensé tal cual “va a ser un verdadero desmadre venir a montar el escenario aquí, pero sigamos escuchando a Beto…”

Unos cuantos minutos después, Beto nos dijo que ya que estábamos por allá, quería llevarnos a conocer un lugar muy especial, dónde inicialmente quería hacer el evento para motociclistas, pero que por las características del lugar no era posible.


Accedimos entonces a acompañarlo a éste lugar y desde ese momento Beto no dejó de hablar de él como si fuera un lugar mágico y único en su especie. 30 minutos después llegamos a un camino de terracería que delimita la entrada al lugar y sigue durante 4 minutos,  hasta que de pronto la camioneta se rodeó de niños con aspecto humilde, pero felices de ver la llegada de la camioneta blanca. Al parecer los niños conocían perfecto a Beto, quien de inmediato sacó una bolsa enorme llena de dulces y desde su ventana los repartió a los niños. Era una especie de Papá Noel de la infancia lugareña. Al final del corto camino de terracería, el paisaje se abrió dejando ver a tres montañas que descansaban en lo que hasta ese momento parecía ser un llano o un valle pequeño.

Al bajarnos del coche y acercarnos al punto donde convergen las montañas, con gran asombro pudimos ver que no había un valle, sino un lago que reposaba tranquilo entre los montes imponentes repletos de árboles. Caminamos un poco rodeando el lago mientras Beto seguía hablando de las maravillas de la locación. Me era imposible dejar de estar sorprendido de aquel lugar, que desde el segundo uno que me recibió me hizo identificarme por dentro abriendo por completo mi energía para fundirla con la vibra que flotaba por encima del agua acariciando las hojas de los árboles. 



Fue un momento corto que duró apenas 15 minutos, pero suficientes para hacerme ver que había descubierto algo increíble para el resto de mi vida. Del regreso no me acuerdo mucho, Beto hablaba con Dimitri y a veces yo irrumpía con algún comentario “ee seguimiento” en la conversación para no dejar de ser parte, cuando francamente ni me acuerdo de que hablábamos pues yo no podía dejar de pensar en ese lago.

Llegué a casa y emocionado le platiqué a mis papás el lugar a donde había ido. Beto no volvió a hablar y no supe nada el del otra vez. Al final creo que el hecho de llevarnos al lugar donde sería el evento, fue solo un pretexto para darnos a conocer “El Lago”.

Al paso de dos semanas, yo no podía sacar de mi mente ese lugar, que hasta en sueños me llamaba. La sensación al conocerlo había perdurado ya por 15 días y sabía que tenía que regresar. Con esto en mente, un sábado por la mañana me subí al coche y manejé con la intensión de llegar al lago por mi parte. En aquel entonces no había GPS y para cumplir el cometido había que tomar carretera, tomar calles sin nombre, pasar por pueblos que jamás había pisado, preguntar a la gente como llegar y darte cuenta que ni los lugareños conocían que existía con sus respuestas negativas. Para llegar había que encontrarse en medio de la nada serpenteando entre las montañas y así fue; siguiendo lo que me acordaba del camino que sólo una vez había recorrido, pero más que nada siguiendo a mi instinto para llegar nuevamente al lago después de 2 horas. 


Estaba ahí una vez más, sin creer que había regresado por mi cuenta, sin indicaciones o mapas. Esta vez estaba de vuelta sin prisas, con tiempo y con espacio para dedicarlo a mi mismo y a este lugar, mi paraíso. En aquel entonces no meditaba, pero yo sabía que las platicas que me debía a mi mismo, podían suceder en el profundo silencio de las montañas con El Lago de testigo. Aquel día prometí que regresaría a repetir la experiencia de vez en vez y es así como se ha convertido en un lugar que me llama cuando más lo necesito, me escucha, me sana y me entiende; y mejor aún, se siente igual que como hace más de 13 años. 


Las hojas de esos árboles han sido testigos de los relatos que contienen mis más profundos dolores, mis más grandes logros, mis mas fuertes deseos y mis más impactantes revelaciones. Sucede algo mágico ahí y también fuera de ahí; y es que de alguna manera la vida y este lugar tienen el poder de enseñarme la trascendencia emocional que “mis amores” tendrán en mi vida de una manera única y que hasta hace poco era incomprensible para mi. Sucede que siempre que quiero ir con alguien que creo que es especial en mi vida, hago algún plan con alguna niña para “presentarle” a mi lugar especial o quiero ir con alguien que creo que “amo”…¡la vida se encarga de que eso no suceda! Es así como pasa cuando he querido llevar a varias personas y compartir la importancia de esto,  y/o se cancela el plan o se descompone el coche, o se termina la relación con ella justo antes de ir… y al final… voy sólo; sólo, pero contento porque se que por algo pasan las cosas y ahora me doy cuenta de que éste lugar solo pide conocer a quien realmente tiene un lazo genuino de amor recíproco conmigo y al mismo tiempo merece quedarse en mi vida y yo en la suya. Esto se convirtió en una prueba de fuego y el destino se encargará de definir quién la supera y quién no. Así ha sido de manera increíble y así seguirá siendo.



Hoy es un lugar cada vez más comercial y seguramente muchos lo conocerán pronto. Solo espero que la magia no se pierda y me siga recibiendo con esa energía inigualable para continuar avanzando en mi camino hacia la luz haciéndome cada vez más consiente.